Ruega por nosotras.
Ya había visto suficiente en la marcha, decidí volver a casa, seguí caminando y justo en Catedral vi cómo se sentaba, me dio tanta ternura verla, imaginé que mi madre, la mamá de mi novio y mi abuela estarían justo así como ella, enojadas, lastimadas en su moral, cuando sacó el rosario y lo dejo caer en sus manos, todo cobró sentido, quise ir a pedirle permiso para fotografiarla, solo e miro de re ojo, elevo un poco su vista y movió su cabeza en señal de desaprobación de mi persona, no me quería cerca de ella, seguían moviendo la cabeza para que yo entendiera que de lo que había sido participe y testigo era incorrecto. Ya no quise incomodarla más, sólo me retiré, finalmente la señora ya me había condenado y seguramente rezaba por mi perdón.